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Mostrando entradas de 2019

Cenicienta desnuda

Después de días y días de inagotable búsqueda, la mujer de la zapatilla de cristal no apareció. El príncipe se arrojó del cuento y cayó de bruces a la tierra. Junto a él aterrizó la mujer  que, igualmente, había desertado del cuento al no ser encontrada. Allí, con la lentitud de todo el tiempo, jugaron el juego de los pies desnudos. Así ocurrió el amor. Así ocurrió la vida.

Ismael Serrano

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Leonardo Cohen

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Bon Jovi

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Klaus Meine. Scorpions

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Robert Plant. Led Zepellin

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Joey Tempest. Europa

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https://youtu.be/9jK-NcRmVcw

Advertencia

“¡Pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. “ Oliverio Girondo Me importa poco que los hombres tengan el pecho impúber o de macho cabrío; le doy la mínima importancia que su aliento sea de menta o de vino rancio. Soy perfectamente capaz de soportales una “nariz superlativa” (¡Oh, Quevedo, un hombre a una nariz pegado!) Pero, de ninguna manera soporto a los hombres que no hayan dado la vuelta al mundo. Sino han dado la vuelta al mundo pierden el tiempo los que pretendan enamorarme. Esa fue la razón por la que me enamoré de Federico. ¿Qué me importaban sus dientes en mis labios  o su cuerpo de océano deshaciendo mi última resistencia? ¿Qué me importaba su voz de hombre inundando mi cuerpo o revolcando mi ingenio? Federico era un viajero. En el amanecer tomaba mi mano y me arrastraba a la salida de los soles del planeta B12. Aprovechamos “la migración de una bandada d

El trabajo: un sentido de vida en la tercera edad A Silenia

El trabajo: un sentido de vida en la tercera edad A Silenia Por Clara Inés Cuervo Mondragón En mi barrio hay muchas personas de tercera edad. La mayoría de ellas son pensionadas y se pasan el día viendo televisión, conversando en la puerta o mirando por la ventana. Digo esto porque cuando paso por delante de su casa con mis dos perras Golden retriever, siento sus miradas de reproche. Si alguna de ellas se orina, me golpean por la ventana, aún más si se les ocurre hacer sus otras necesidades, abren la ventana y   dicen a voz en cuello: “no permita que caguen ahí”, yo les muestro la bolsa, pero no se detienen en su perorata.   A varios de ellos los conocí más jóvenes,   cuando no se habían pensionado. Al hacerlo,   de forma increíble envejecieron, en el sentido más abyecto de la palabra. Ahora, estos vecinos deambulan como sombras. Aquel, que fue gerente de banco, sale en pantuflas a recoger el periódico que le obsequian   a la entrada del barrio; camina cojeando, encorvad