La expulsión del paraiso
“La mujer gorda venía delante con las gentes de los barcos, de las tabernas y de los jardines. El vómito agitaba delicadamente sus tambores entre algunas niñas de sangre que pedían protección a la luna. ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mi!” Paisaje de la multitud que vomita. Federico García Lorca Después de esperar 30 minutos en el paradero Portal Norte, llegó el bus articulado. Entré en medio de la multitud de personas, nos empujamos según costumbre en estas horas pico (y en las demás). Yo como las otras personas me lancé a ese agujero que abre la puerta automática, a cuerpo limpio me abrí paso pero no alcancé el anhelado puesto, tendría que irme de pie la media hora que dura este transporte para llegar a la calle 45. Logré hacerme en el centro del bus, me recosté en el fuelle central, cerré los ojos, me adormilé. Oía el murmullo de la gente, poco a poco se intensificaba hasta que se convirtió en una algarabía insoportable. Abrí los ojos, me sorprendí aunque