Me pierdo y de repente la música me encuentra. Estoy inmóvil entonces la magia aparece en una sutil voz que me alienta a desplegarme con un vuelo de amor a la tierra. Estoy frágil y con la música siento una caricia que renueva mi fuerza. Me ahogo en una sola idea y con la danza mi cuerpo inventa nuevas maneras de moverse , por tanto de pensar y conectarme con la tierra. Al final de la música , de la palabra, del encuentro abro los ojos hacia mi corazón, Dios está en mí.