El amor… ah, qué rosa. Tenla, sostenla, súbele aguas dulces y puras, vela la milagrosa ascensión del perfume y esa niebla de fuego que se le dobla en pétalos. El amor… ah, qué rosa, qué rosa verdadera. Ah, qué rosa total, voluptuosa, profunda, de tallo ensimismado y raíces de angustia, desde tierras terribles, intensas, de silencio, pero rosa serena. Tenla, sostenla, siéntela, y antes que se derrumbe embriágate en su olor, clávate en las espadas del amor, esa flor, esa rosa, ilusión, idea de la rosa, de la rosa perfecta.